“Señor,
te necesito”. Estas son las palabras que un cristiano fiel diría a Dios en
cualquier momento de dificultad. Pero en muchas ocasiones, los cristianos
buscan a Dios como último recurso y no como primero. Este es un problema para
el hombre, porque pone a Dios en último lugar en lugar del primer lugar.
Cuando
no entregamos a Dios decimos que Jesús pasa a ser el Señor de nuestra vida. Ser
Señor significa que a partir de entonces es Él quien manda en nosotros, y ya no
mandamos nosotros en nuestra vida. Nosotros entonces tenemos un conflicto
interior al tener que elegir constantemente entre lo que nosotros deseamos y lo
que el Espíritu, que habita dentro de nosotros, desea, que es la voluntad de
Dios.
Voy a
poner un ejemplo sencillo. Cuando un hombre es ofendido por otro tiene la
posibilidad de perdonarle o de vengarse. Lo que le pide el cuerpo es vengarse,
lo que le pide el Espíritu Santo es perdonarle. Si muestra sabiduría y sabe
reprimirse, entonces podrá hacer la voluntad de Dios que es perdonarle.
Todos
en la vida tenemos constantemente situaciones como esta. Nos vemos obligados a
tomar decisiones constantemente que marcan la diferencia entre nuestra voluntad
y la voluntad de Dios ¿Cómo podremos tomar siempre la mejor decisión?
TOMANDO A DIOS EN SERIO
Creo
que muchos se toman a Dios como una broma. Es inteligente mirar las
consecuencias de las decisiones antes
de tomarlas. Podemos intentar averiguar las consecuencias más o menos,
aunque no siempre podemos acertar. Pero lo intentamos. Cuando uno se
entrega al Señor, tiene que pensar que las decisiones tomadas en función de la
voluntad de Dios siempre le van a traer un beneficio. Puede que sea un
beneficio en esta tierra, pero puede que sea un beneficio en la otra vida, en
el cielo, y la recompensa será mayor. Para pensar eso es necesario tener en
cuenta todo asunto tendrá su recompensa en el cielo, y ya no es tanto lo que
podamos conseguir ahora, en este momento.
Se trata de hacer una inversión en la otra vida, más que buscar los
beneficios rápidos que podamos tener en este momento.
Cada
día más, se busca en la vida el beneficio rápido. Los países, las empresas y
hasta las iglesias buscan el beneficio rápido por encima de invertir en asuntos
a largo plazo. Para pensar que vamos a recoger fruto en el cielo hay que creer
a Dios, hay que creer “a pies juntillas” lo que la Biblia dice.
Si te han educado a pensar en ti mismo, va a
ser difícil que pienses en los demás y en vivir ayudando a otros para tener una
recompensa en el cielo. Pero resulta que la recompensa del cielo es mucho mejor
y más duradera que la recompensa que podamos recibir aquí.
Mateo 6:2-6 dice: “2Cuando, pues, des
limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en
las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os
digo que ya tienen su recompensa. 3Pero cuando tú des limosna, no
sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4para que sea tu limosna
en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público. 5»Cuando
ores, no seas como los hipócritas, porque ellos aman el orar de pie en las
sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos por los hombres; de
cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6Pero tú, cuando ores,
entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu
Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público”. La recompensa de este mundo es la valoración de los
demás, que te valoran bien, serás reconocido. La recompensa de Dios está en la
vida eterna, cuando tendrás allí tu recompensa.
Así que hace falta una buena dosis de fe y
cierto espíritu de mártir para confiar en que recibiremos una recompensa allá
en el cielo y aquí quedarnos sin nada, con un poco de incomprensión por parte
de los demás.
Dios quiere por encima de todo que le sigamos
a Él. Es lo que más nos conviene, especialmente a largo plazo. Las prisas, las
ansiedades, las presiones y el stress de este mundo es lo que nos obliga a
tomar decisiones orientadas a tomar un alivio rápido de la situación y a la
postre “quemar” nuestro futuro espiritual.
La única forma de no sucumbir a la presión de
las circunstancias es tomarse en serio a
Dios. Si no tenemos absolutamente clara nuestra prioridad de hacer la
voluntad de Dios y nos decantamos por soluciones más prácticas para el momento,
es seguro que no vamos resistir mucho a que venga la presión. Los desobedientes
y envidiosos se disfrazan de pragmáticos o prácticos con el fin de olvidarse de
la Palabra de Dios y hace lo que más conviene al momento. Estoy pensando en
personas que están en el evangelio por tradición o conveniencia, pero no han
tenido una verdadera experiencia con Dios que ha marcado su vida, y simplemente
actúan conforme a su propio intelecto o su propia conveniencia.
Yo siempre intento respetar las decisiones de
la gente cuando prefiere dejar a un lado a Dios y actuar de forma que parece
más práctica o más útil para un determinado momento. Se suele decir algo así
como “es que no había más remedio”. Siempre hay que respetar la dignidad y las
decisiones de otros, aunque tomen decisiones ruinosas para su vida. Una
decisión basada en la Palabra de Dios puede incluso traer llanto al principio,
pero la recompensa siempre va a ser infinitamente mejor a la larga, y en muchas
ocasiones también “a la corta”. El beneficio espiritual merece mucho más la
pena que el éxito rápido.
A veces cuesta mucho decir la verdad. Una
mentira a tiempo te puede sacar de un aprieto. Una verdad a medias puede
librarte de un mal trago, pero al final lo pagarás mucho más caro, entre otras
cosas porque “se coge antes a un mentiroso que a un cojo”.
La importancia de tomarse en serio a Dios es realmente fundamental para la vida
del cristiano. Un cristiano comprometido con la Palabra de Dios, con Jesús,
siempre va a tener mejores resultado a la larga que el que busca el alivio
rápido. Nunca hay que perder el
empuje del compromiso con el Señor para guiar nuestra vida y todas
nuestras decisiones.
LA PLENITUD DE DIOS
Vivir a Dios en plenitud es realmente
una vida diferente. El cristianismo “light” o cristianismo a medias se
pierde las promesas de Dios. Vivir en el Espíritu es una experiencia
refrescante y renovadora que te mantiene fuerte hasta en la vejez. Vivir en el Espíritu da valor y sabiduría en
esta vida para tratar con todo el mundo. Vivir en Plenitud con Dios es
experimentar las promesas y bendiciones de Dios diariamente y… si quieres tener
una experiencia realmente motivadora y refrescante prepárate para una vida
plagada de bendiciones de parte del Señor que se van a hacer realidad por medio de la fe en el Señor Jesús.
Una vida guiada por Espíritu siempre va a tener muchas más recompensas y
bendiciones que el que no se quiere comprometer con nada. El mejor consejo que puedo dar es que te rindas a la voluntad de Dios
para tu vida y experimentes sus bendiciones en Plenitud para que tengas una
vida realmente agradecida y cargada de buenas experiencias por las que darás
gracias a Dios eternamente.
Dios
es Espíritu y quiere que vivamos en su Espíritu Santo por medio de la fe en el
Señor Jesucristo, en su enseñanza y en su ejemplo dando su vida por los demás
sin pedir nada a cambio. Lo que guió a Jesucristo a dar su vida sin pedir nada
a cambio es la fe, una fe importante y plena por la que buscaba al Padre cada
día y tenía una relación muy estrecha con Él.
Vivir
la vida cristiana en Plenitud trae además una serie de bendiciones que te quitan el desánimo, la depresión, la
crítica, el abatimiento, y un montón de cosas que no nos convienen.
En
Gálatas 5 dice en concreto que una vida en el Espíritu te evita una serie de
perturbaciones por el deseo de la carne. Según la lista de Gálatas 5, en
concreto de lo que te aparta es de las inmoralidades sexuales, de las cosas
impuras, de los vicios, de todo tipo de idolatría, de todo tipo de brujería,
odios, discordias, envidias, enfados, rivalidades, divisiones, partidismos,
celos, borracheras, glotonerías y otras cosas parecidas.
Es mucho mejor obtener el fruto del
Espíritu que nace directamente del corazón del Padre y llega hasta tu
vida para transformarte en otra persona haciéndote vivir en Plenitud. En
Plenitud de gracia, de amor, de perdón, de poder, de gloria eterna, de fe, de
bondad, en Plenitud de alegría, de gozo, de paz, de dominio propio. Toda tu
vida cambiará en una nueva experiencia divina por una relación plena con Dios,
a través de su Espíritu, por la fe en Jesucristo. No hay nada que produzca
mejores frutos en tu vida que esto.
PERMANECER EN DIOS
La
vida en Plenitud con Dios requiere permanecer en Él a lo largo del tiempo. Juan
15:7-10 dice: “7Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en
vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho. 8En esto es
glorificado mi Padre: en que llevéis mucho fruto y seáis así mis discípulos.
9Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi
amor. 10Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así
como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.” La palabra clave en este texto es permanecer. No puedes entrar y salir de la presencia de Dios
como el que entra a una tienda compra el pan y después se marcha hasta que se
le acabe el pan. Lo que quiere más bien Dios es que vivas en la panadería y que
tú mismo hagas el pan del que puedes comer e incluso puedas dar a los demás.
Sigamos con la metáfora del pan y digamos que Dios busca “panaderos” que coman del “pan
de vida” y repartan también a otros. La
clave es permanecer. NO es tan difícil permanecer en Dios con una vida en
Plenitud porque nosotros lo único que tenemos que hacer es expresar es nuestro
deseo sincero a Dios en firme y ponerse
en marcha, y Dios es el que hace el
resto del trabajo. Quedó demostrado con la Ley de Moisés que el hombre,
por más que se empeñe en guardar una serie de mandamientos, no podrá
conseguirlo por sí mismo, y necesita el
poder de la gracia para llegar a tener la vida en plenitud que desea
tener, pero que la carne no le deja. Cuando nos entregamos a Dios, de todo
corazón, tenemos que pensar que va a ser
Dios el que no nos va a soltar. Tenemos que mantenernos confiados en Dios (decir despacio) seguir sus indicaciones
y dejar que sea Él el que nos saque de los apuros.
Esto es lo que hizo el mismo Señor Jesús al dejar que el Padre le sacara del apuro en el que se
metía dejándose juzgar por los judíos y matar por los romanos sin salir
corriendo, sin responder, sin hacer nada. Dejó que el Padre hiciera el trabajo
y él sufriera por un poco de tiempo para demostrar que el poder de Dios manifestado por la fe no tiene límites, y sus
planes son muchos más grandes de lo que podamos imaginar.
Ninguno
de los discípulos podía imaginar el plan tan grande que tenía el Padre con la
muerte y resurrección de Jesús. Eran planes para ellos también, y también
planes para nosotros. Los discípulos no se podían imaginar que iban a ir por
diferentes países y continentes llevando el evangelio de Dios a gente que ni
siquiera era de su religión, los gentiles. ¿Quién sabe lo que Dios tiene
preparado también para ti? Apenas puedes imaginarte las bendiciones que Dios ha
planeado para los que se acercan a Él, si lo haces de todo corazón. Dice Juan
14:12-14: “…El que en mí cree, las obras que yo hago, él también
las hará; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. 13Todo lo que
pidáis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el
Hijo. 14Si algo pedís en mi nombre, yo lo haré”.
Piensa
en algo inimaginable que Dios pueda hacer por ti. Ahora multiplícalo por diez y
entonces entenderás la altura de los planes de Dios. La vida que permanece
en el Señor está llena de ilusiones y de buenas metas que se consiguen
siempre con la ayuda de Dios. Permanecer en el Señor no es aburrido. Eso es una
mentira de Satanás, que propagan los cristianos que viven el evangelio a
medias. Permanecer en el Señor es
ilusionante. Dice el Salmo 92:4: “Cuan
grandes son tus obras Señor, muy profundos son tus pensamientos”, “Cuan preciosos me son tus pensamientos, oh
Dios, cuan grande es la suma de ellos” (Salmo 139:17).
Y
finalmente dice Isaías 55:9: “9«Como son más altos los cielos que la tierra, así
son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más que
vuestros pensamientos.”
Ya
conoces cómo tener una vida en Plenitud con el Señor. Tomándose a Dios en Serio
y permanecer el Él. La pregunta es si
quieres de verdad hacerlo. Muchos son los llamados pero pocos los
escogidos. Y tampoco tienes todo el tiempo del mundo para decidirte, porque
Dios puede cambiar las circunstancias en cualquier momento y no sabemos cuándo
nos va a llamar a su presencia. Dice el Salmo 37:5: “5Encomienda a Jehová
tu camino, confía en él y él hará.”. NO
demores más tu decisión de lanzarte plenamente en Él y hazlo ahora mismo.
Oración:
Padre, gracias por traernos tu Palabra y mostrarnos un camino mejor. Queremos
dejar todo en tus manos y que seas tú quien nos guíe a servirte siempre de todo
corazón, en plenitud. Queremos servirte y honrarte, en el nombre de Jesús.
Amén.
Amen.
ResponderEliminar